Con
la llegada del siglo XXI, y las transiciones demográfica y
epidemiológica que lo caracterizan, la cronicidad y la fragilidad de
larga evolución son cotidianas en atención primaria. Indiscutiblemente
el aumento de la esperanza de vida conlleva un aumento de la cronicidad y
también de la vulnerabilidad en las etapas finales de vida. Este es el
nuevo paradigma epidemiológico. Debemos, pues, repensar y adaptar la
prestación de la atención sanitaria y social de las personas con
necesidades complejas de forma sensata.
En
el contexto sanitario, la atención domiciliaria es aquella que se
recibe en el domicilio de alguien, o en general, aquella en que los
servicios de salud prestados permiten a sus usuarios continuar viviendo
en su hogar y entorno familiar, pero el término «Cuidados a domicilio» (Home care)
designan de forma genérica un amplio abanico de servicios de apoyo para
personas dependientes y con incapacidades. La denominación incluye
desde servicios de ayuda para las actividades de la vida diaria que
requieren una cualificación mínima, hasta cuidados profesionales que
utilizan tecnologías sofisticadas.
El
domicilio, como escenario de atención, no es ajeno a todos estos
cambios. Las previsiones del envejecimiento de la población general, los
avances de las tecnologías de la información y la comunicación (TIC) y
las preferencias y valores de los pacientes serán los factores
moduladores de los cambios venideros. Se abren nuevas perspectivas,
basándonos en la duración de los cuidados y en la intensidad de los
mismos .
La organización y la cartera de servicios prestados en el domicilio son
claves para una asistencia sanitaria y social con valor añadido.
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